jueves, 27 de mayo de 2010

Solamente per pensare

Tecleo porque quiero reemprender el camino de la euforia sobrellevada. Es producto de la fiebre, ya lo intuyo; de una excitación amarga que adormece mis conexiones neuronales. Siento anestesiadas mi inocencia y mi cándida pretensión de racionalizarlo todo, mi mesura y mi sentido de la responsabilidad. Escribo porque quiero despojarme de algo y al no tenerte a ti, te invento en mí.

Antes de dar comienzo a este juego para niños nietzscheanos tenemos que aseguraros de disponer del equipo necesario: 1) aturdimiento provocado por la necesidad de ahondar en una infinitud de pensamientos inconexos, 2) cierta pasión por enfrentarme a dudas acechantes que me considero capaz de apaciguar, más 3) la pequeña dosis de egolatría que acompaña a aquella que escribe pensando que quizá alguien, algún día, pueda estar interesado por leerlo.

A mi antojo traigo a colición unas ideas probablemente inocuas. Me protege la excusa de escribir para mí. No obstante, desvelaré ya mis humildes intenciones para no tener engañado entre palabras al posible lector: en este curso universitario por el cual las campanas comienzan a redoblar, he asimilado un valioso aprendizaje que, a riesgo de ser cargante después de tantas conversaciones al respecto, he querido metaforizar en este texto, como recuerdo y homenaje a estos días de filosofía y humo, pero ante todo, como estímulo imperecedero. Hago alusión a una actitud existencial basada en el repensar, es decir, en no cesar de aprender pero tampoco de cuestionarse lo absorbido. Asentar, pero sin negar nunca la vulnerabilidad de las propias ideas.

Situaré el desvarío. Se trata de una sala con puertas y ventanas coloreadas emulando a la de aquella niña de vestidito azulado que en su propia imaginación se construyó un país. Pues bien, el acceso a la cueva se da a través de las ventanas. Ventanas innumerables que exigen un pensamiento orientado aunque simple y que a estas alturas ya no es demasiado complicado atravesar. De hecho, si yo estoy ahora en esta cueva dispuesta a correr hacia una puerta dibujada es porque ya me he impulsado sobre el alfeizar de varias de ellas, tentando a las convenciones disfrazadas de verdades que tratan de dar cuenta de la libertad, la felicidad, el bien y el mal, las relaciones interpersonales, la naturaleza humana o nuestra identidad, el amor o la muerte. No pretendo enaltecerme, pero de este modo he ido encontrando cuevas que son refugios y, sin embargo, quiero más. ¿Alguien me sigue?

La cueva en la que nos hallamos es uno de esos lugares de una argumentación bien estructurada a los que se arriba tras varias reflexiones con una misma, en compañía o ambas. Pensamientos elaborados en torno a los múltiples ámbitos por los que divaga el pensar humano. Es un éxito, has buscado la cueva y encontrarla te da aire y te tranquiliza.

Sin embargo, lo más dificultoso es seguir adelante, rasgar la badana para expandirse en un proceso de fricción-cimentación. Estás por fin a cubierto tras la tempestad: amigos, libros, cierta confianza, una película, una borrachera, una guitarra. Ser capaz entonces de ir atravesando las puertas pese a dejar atrás esta comodidad, con calma y cuando así lo pida el alma, es absolutamente enriquecedor. Es allí donde comienza la verdadera aventura, en el reto de cruzarlas y dejar vagar sin rumbo a las emociones y al raciocinio. Ante las conclusiones-cueva propongo la deconstrucción, pero no el vacío, no confundamos. Sólo apuesto por la duda porque las cosas se comprenden mejor si vienen de uno mismo y, además, siempre está el orgullo de sentir que disientes, que rechazas, tomas, modificas, alteras, creas. A tu gusto.

Tamaña parrafada metafórica para llegar a algo que ya sabíais y que podría haber comentado en cuatro líneas. Disculpad mi osadía. Me he aliado con las palabras y he olvidado al lector. La ventana, la cueva, las puertas, son solo una excusa para hacer un análisis de una estructura mental imaginaria. Son, después de todo, una llamada a la autonomía crítica, una lanza rota en pos de la filosofía.

2 comentarios:

  1. Grande Fil! Leí el boceto cuando me lo mandaste hace algunos meses, cuando aún estaba en estado embrionario, y me gusto. No obstante, el resultado final es genial. Me alegro de que lo hayas expuesto al público.
    El desvarío es la escusa, las palabras el arma, la filosofía la esencia y la moraleja el sentido que acaba por ser de una gran lucidez y brío, porque ante todo es una lección, una enseñanza necesaria, mezcla de Nietzsche y Foucault, elegantemente traducida a un idioma actualizado, tan de hoy, tan nuestro. Enhorabuena.

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  2. No, no sirven cuatro líneas. Nunca deberían servir cuatro líneas en un tema como el que tratas. Ya tú sabes, sería injusto para la humanidad (guiño, guiño)

    Infinitas gracias por postrar sin despojo así como por la emoción, reafirmación e identificación que me ha supuesto leerlo y releerlo, sin nombrar los matices que aun me faltan por descubrir.

    Sí, indudablemente te sigo hasta que la duda permita. ;-)

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