domingo, 30 de mayo de 2010

ENTES PRIVATIVOS

Dispara los pesares cochambrosos, el deseo refrenado y la cruda impotencia apuntando como lejos a tu sombra. Es un paraíso malvado y astuto donde reside la aprensión, es el mismo que añora un atisbo de luz exterior que rescatas y sueltas diariamente. Enciérrate, coloca rejas infranqueables e intensas, tapa toda la celda con el pavor de tus sueños más vergonzantes. Parajes insospechados en rincones de ensueño que seguirán perteneciendo al estremecimiento particular. Échale cara y presume con la faz que prefieras de tu propia debilidad. Arranca, esgrime y lamenta.

¿Los sientes verdad? Los sientes a todos desfilando y tropezando del juicio al blanco de tu pecho, gatean adormecidos, trepan vivaces, dan volteretas laterales y remontan hasta la piel para entumecer el suave vello. Cada uno con su ritmo, melodía e intensidad. Nunca dejarán de marear (alivio y pesar) por mucho que los manifiestes por diversas vías, aunque explores concienzudamente para describir su esencia, transformarán su imagen y su fondo cuando estés apuntito de llegar, con un pelín de tu propia ayuda. Así desbancan o desbancas el aburrimiento y de tal manera prolongan o prolongas eternamente el egoísmo.

Una vuelta más que el narrador omnisciente en tercera persona, todo lo que nos salva, lo que hace perdurar el individualismo, lo que grita en silencio, y piensa, insulsamente, que no implora ser extraído. Demarcación pedante, refugio acolchado y punzante, el único lugar en el mundo donde pedir auxilio no acarrea una ligera repugnancia y debilidad hacia el propio yo.


¡Débiles de corazón!
¡Empatizadores!
¡Apostadores de la transferencia por propia necesidad!
¡Desafiantes del atrevimiento interpersonal!
Habéis decidido ir dejando cual migas de pan parte de vosotros en este caminito ¿Olvidáis la aversión?¡ Tened cuidado! Las consecuencias son más que terribles, os exponéis a compartir, consultar, aprender y trascender. En ocasiones oigo vuestras aliviadas voces comentar que la veta privada tiene una grandeza, y al convertir en pública parte de ella, no desaparece su riqueza, sino que conforme es liberado aquello que agoniza reconstruís el resto de los componentes y el avance es destacable. Pero no os creo, nunca os creeré. Arriesgáis, os retáis ante un lúcido espectador, no saldréis airosos. Yo no soy uno de los vuestros, es imposible que me rinda a la confianza, yo que albergo consciente mi fortuna inmaterializable. En el marco de aullidos sigilosos he de seguir reformando lo que no he usado para repercutir, aun me quedan mil y un recursos superficiales, no los desaprovecharé de manera tan humana.



El exclusivo y natural mundo interior. Doloroso sin dilación, envidioso por excelencia, ególatra por definición, incógnito pero intuido por los lúcidos. El pobre es acunado en las circunstancias, señalado con admiración y curiosidad por unos cuantos, enmarcado en la trivialidad por otros muchos, estipulado ignorantemente por otros tantos.
Aunque despreciable al atisbarse tiene una preeminencia clara y concisa: es una indagación insaciable.


2 comentarios:

  1. "Indagación insaciable", esas dos palabras se han metido en mi cabeza para quedarse, un atinado broche para una prosa que sube el nivel. Sinceramente, me gusta, me gusta el ritmo y velocidad que lleva impreso, por momentos es penetrante, por momentos me desborda, me conmueve, por momentos me leo, por momentos desfigura, pues abarca muchas cosas, es imponente, por sincero, por atrevido, directo y arrebatador.

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  2. Impresionante. Lo he leído varias veces y todavía sigo asombrándome de toda la riqueza que esconden estas líneas.
    Si algo puedes tener seguro es que no te deja indiferente. Te absorbe desde el comienzo y cuando al final te suelta estás temblando y aturdida. ¿La razón? Se esconde en lo perturbador a la par que embriagador de ahondar en nuestros cimientos más profundos. Poca gente se atreve a cruzar estos umbrales que tú atraviesas, pese al riesgo, disfrutando.
    Es digna de admiración esta manera tuya de diseccionar el “mundo interior”, el propio y el ajeno, “doloroso, envidioso, ególatra, intuido solo por los lúcidos”, y no me miro a nadie.
    Al describir las necesidades del Yo más íntimo (en este texto y en el anterior), ya no se trata de estar esparciendo semillas para que los lectores podamos engendrar nuestros propios pensamientos, es eso y mucho más, porque tus numerosas flechas van directas al subconsciente y siempre hay alguna que atina en lo no pensado.
    Sé que todavía te quedan muchas flechas por lanzar y te animo a que sigas haciéndolo, por el bien de...de este blog y de todos sus posibles lectores. (¡Bendito sea el día en que se nos ocurrió la idea! :) )

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