viernes, 21 de mayo de 2010

Teatro en mí

"Quiero hacer teatro porque quiero hacer algo por mí y por los demás. Quiero hacer teatro porque creo que sirve para comunicarse entre los seres humanos, porque creo que puede ser un camino hacia el entendimiento y hacia la comprensión. Por eso." ...dice Alfredo en la película Noviembre, de Achero Mañas...

Quizá hoy más que nunca, después de la última fiesta, pueda responder a aquella primera pregunta: “¿qué es el teatro para ti?”

La riqueza de este teatro que hoy vislumbro es esencialmente ajena al objetivo final de la representación pública. Es innegable la increíble satisfacción que implica el saber que estás haciendo pasar un buen rato a unas personas que, por muy alejadas que estén de ti, se entregan y te lo agradecen, en una suerte de favor común, de unión y comprensión en torno a la belleza imperecedera del compartir sonrisas.

Pero, pese a esto, la mayor recompensa se halla en el recorrido previo. Es atravesar una y mil veces los bastidores y seguir sintiéndote cómplice de un espacio y de un tiempo que han perdido su sentido original por defender lo efímero frente a lo sedimentado y lo pautado. Lo haces mejor o peor en función del grado en que consigues meterte en el papel y hacer creíble tu personaje, pero tú eso no lo acabas de saber; sólo ves continuar el espectáculo sintiendo que formas parte de algo maravilloso. Y todo esto adecentado por un compañerismo sorprendente: honesto, vivo.

Más allá de estar representando una obra del s.XVI o unas sencillas variaciones teatrales, lo realmente valioso para mí es la labor personal, el orgullo de ser capaz de ahondar en una misma y obtener mejores frutos. Al nivel en el que nosotr@s lo hemos disfrutado, el teatro es un mundo paralelo en el que sumergirse, explayarse y dejarse llevar por lo más sincero, lo más puro que tira de ti desde dentro. Es así porque te fuerza a la empatía más libre, la de un personaje que en gran medida es construido por ti a partir de un otro.

Dicen que el teatro es la vida más intensa o que es vivir dos veces. El teatro para mí es un ambiente en el que la vida cotidiana, con sus innumerables cargas emocionales, queda aletargada. Te sumerges en una burbuja permeable a un intenso autoconocimiento, a un aprendizaje de sí y de las demás personas que no puede darse en ningún otro ámbito. Y esto porque el teatro tiene la fuerza de hacer brotar descontrolados los sentimientos. No hay freno para los estados de ánimo cuando se te pide que frotes la piel que con tanta fijeza y seguridad se ha adherido a ti. Y es precioso, a mi modo de ver, este ir más allá que siempre acababa con una sensación de plenitud, más o menos eufórica, o con un ilusionante “la próxima vez lo haré mejor”. Franqueza, emoción, disfrute pleno y sencillo. El ser humano...es maravilloso.

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