sábado, 24 de septiembre de 2011

¿Estancamiento o lucidez?





Querida :


Antes de empezar, decirte que esta carta al igual que tu persona, además de un medio para la comunicación, comprensión e intercambio de emociones preestablecidas por un profundo entendimiento mutuo, supone ante mí la liberación de una vía de escape. Una vía de escape para llegar así a un acuerdo tácito con mi mundo Interior. Un mundo interior qué de tanto alimentarlo parece que esté a punto de estallar, se me revuelve más y más en su inquietud, exigiéndome además de nuevos estímulos un reconocimiento llano pero necesario en el universo de significados compartidos, aunque sea expresado mediante insuficientes símbolos lingüísticos, e interpretado por relativas y agridulces dosis de empatía.

De esta forma, yo le doy lo que quiere y él me deja descansar, así es el trato.

Ya he vuelto al paradigma de mi tierra, cayendo como siempre en el estrepitoso choque entre mi idealización de mejora y cambio en su paradigma, a la realidad rutinaria, incluso estática que se me presenta, y mi reafirmación que éste no és ni será mi lugar en el mundo. De todas formas, mi reproche queda debidamente enterrado y reprimido bajo unas cuantas cucharadas de saludable falsedad e hipocresía a mi conciencia, por la necesaria y divertida empatización con la superficialidad, la búsqueda del hedonismo material, y necesidad de aceptación social general ante una realidad hogareña qué, en su trasfondo y como tantas otras cosas y personas, aprecio al tiempo que desprecio.

Así, como reacción y lucha a la superflua banalidad, he decido revelarme una vez más, volver al acogedor universo-isla del mundo interior. Vuelvo en su magna profundidad a la agobiante sensación de opresión en la inabarcabilidad del conocimiento, a caer de nuevo en un bucle de metarealidades ilimitadas que se superponen hasta chocar inevitablemente con la ansiedad como límite que me ha sido impuesto. También a resarcirme y arrepentirme sin lágrimas para luego no aprender , vuelvo al inútil énfasis del pensamiento holístico, a la pretensión de abarcar el todo pero sin llegar realmente a nada… a mi eterna y cansina necesidad de llenar de significados las insignificancias.

Vuelvo así de nuevo a la esclavitud y sumisión de mi ego, a reinar en el calabozo del mundo interior, pagando al tiempo la condena de sentirme un farsante y un hipócrita en el exterior. En última instancia vuelvo a divagar entre las lentas y agónicas arenas movedizas del cuestionamiento reflexivo, obteniendo como único premio frustración, incomprensión e improductividad creativa, y cómo reacción ante ella vuelvo a la infinita justificación, culpando así de mis platos rotos a los eternos penitentes llamados “el otro” y “las circunstancias”.

En mi agónica letanía, vuelvo a salir fuera, más ciego y con la derrota danzando sutil pero cruelmente a mi alrededor. Vuelvo a la superficie a tumbarme al sol, a dejarme mecer por su calma y su suave brisa en los páramos de la materialidad.

Como ves, al puro estilo de los antiguos griegos combinado con la necesidad mental y la imposición cultural de crear dualidades analíticas, sigo debatiéndome entre superficie y profundidad, entre mundo interior y exterior…Y al igual que dijo Milan Kundera sigo volviendo una y otra vez a sumergirme en las lúcidas y pantanosas aguas del eterno retorno.

Así vuelvo a volver. Vuelvo a levantar barricadas al mundo real pero renegando al tiempo de sacar a la luz el intrínseco mundo de ideas y pensamientos, vuelvo a profundizar con detalles distintos en los mismos temas, dispersándome por las inacabables ramificaciones del saber, y a sorprenderme criticando con la misma seguridad y ferocidad posturas opuestas y contradictorias.

¿Estancamiento o lucidez? No me importa la duda, y en el fondo no salgo de ella porqué ni quiero ni puedo, simplemente forma parte de mi ser, y tal vez sea realmente mi lugar en el mundo, aunque éste sea interior; Limbo de estancamiento donde vuelvo una y otra vez a la incertidumbre constante e ilimitada, a la dulce oscilación por los ciclos de los ciclos imperecederos y eternos.

Amén

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