jueves, 14 de abril de 2011

Con quien tanto quiero

Siendo pensamiento me atrapa,

envuelve mi caminar su recuerdo y su presencia.

El ego está aunado entre ambas, parece no percibirse, parece evaporado por la última silaba que precede la siguiente, parece ser melodía parpadeante que emite luz tangible a la percepción.

Es un logro simultáneo, en el que intervienen dos deseos de ruptura con aquello que no consigue trascender ni alegrar y es la proyección de una aspiración común y general aun sin determinar.

Y mis pasos serán más livianos si ella está cerca, si siempre es factible dialogarnos y crearnos, si por casualidad llega la circularidad o la desesperanza, si me pierdo entre tanto viento y decido encontrarme, si dudo y soy. Si necesito domar los silenciosos gritos de mi voz interior que me atrapan en la oscuridad de mi habitación, si simplemente necesito admirar un instante compartido, creer que ese instante es la eternidad y sentirme a salvo en la protección de la amistad, en el silencio de miradas cómplices. Y no, no tengo quejas, y si las tuviera quedarían difundidas en las noche que el suero de la verdad lanza al lugar común desasosiegos varios.

El pasado está lleno de confesiones, de sol y césped, de habitaciones refugio y lugares en el mundo, un pasado repleto de sonrisas y personas, de libros y películas, de ilusión y empatía, un pasado plagado de despedidas y encuentros, de dudas sin resolver y conocimientos adheridos. Nuestro pasado está repleto del futuro espaciotemporal certero que existirá a medida que este presente que escribe o este presente que lee siga concediéndole las razones para hacerlo.

¡MUCHAS FELICIDADES RAQUEL FILOSQUIUS!

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