martes, 28 de diciembre de 2010

Me subyuga la cruel intensidad poética del choque entre las fuerzas opuestas que convergen en la expresión "tu puta madre"

Supongo que hay que tener mucha jeta para apoyarte en tus convicciones, mirar a tu alrededor y pensar esto no me gusta, esto es una mierda. 

La época del estrés se ha ido; el tiempo como realidad casi palpable se ha esfumado, ahora está presente como un parásito en el subconsciente colectivo. El silencio como significante ha perdido su significado, un recurso violado, manipulado, pervertido, sobeteado como asediado por una jauría de babosos. El silencio, al contrario de la que es intención común ahora, ya no hace, por mucho que con ello se especule; el silencio resume aquella idea que no alcanzamos, no por inexpresable sino por desconocida. 

Hey, todo esto puede ser mentira a la vez que yo lo siento verdad. Lo maravilloso de la subjetividad, ¿quién me va a juzgar, no? Mis reflexiones pueden ser fruto de no reflexionar y  en mi derecho... no, en mi deber queda dar salida a mi expresión con la mitad de lo necesario, jugar con los huecos que relleno y los espacios de mí mismo que dejo vacíos. Porque mi tiempo es parco en palabras, la calidad en que lo empleo está innegablemente asegurada y supone una irresponsabilidad desperdiciarlo en ideas consistentes. Mejor las acumulo y me convierto en la persona que quiero ser, definida más por la inexactitud de lo no expresado, la vitalidad de mis apariencias, ese profundo jardín de mi mente que nunca he osado pisar. Son los demás quienes han de admirarse con sus detalles y ay de ellos si se equivocan al concebirlo. Solo un ciego no apreciaría su fertilidad, de sutiles matices por lo trascendente, de casi volátil presencia por lo casi imposible de expresarlos. Es un malnacido quien se atreva a burlarse de su fragilidad teniéndola por inconsistencia y de su ligereza cuestionando su presencia.

En este mundo, la obscenidad es suponer que lo difícilmente visible quizás en realidad sea solo involuntariamente inexistente. Supongo. 


P.D.: La vacuidad es premeditada, protectora y necesaria.

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