no por simple, más amena,
y por amorfa, siempre cortante,
pues la búsqueda de lo esencial,
sea en el gozo o en la pena
pervierte el anhelo espiritual
en un trozo de carne expectante.
Desolación,
a pesar del hálito
y la comprensión,
ansiedad,
con el rabiar del labio
de futilidad.
La desgracia
de compartir las mismas taras
y rehuir del alma,
la indecencia
de acomodar todas las olas
sobre un mar en calma.
Culpable o no de mi pecado,
no fue nunca un don querido,
y es probable que, si juzgado,
caiga en mi agravio lo que no he dado,
lo que no he sido;
solo ruego considerado
el que todo el amor negado
no fue jamás perro callado, sino alarido.
me encanta el final
ResponderEliminargrande,grandioso,gigantesco